Ana Bernal-Triviño: «La violencia de género se trata como una información menor en muchos medios de comunicación»

24 noviembre, 2021
ana-bernal-trivino-profesora-de-la-uoc Imagen cedida por Ana Bernal-Triviño.

Ana Bernal-Triviño es periodista y profesora del máster universitario de Periodismo y Comunicación Digital: Datos y Nuevas Narrativas de la UOC. Investiga sobre entornos digitales, periodismo móvil, derechos de las mujeres y violencia de género, entre otros temas. Desde la UOC ha impulsado las Jornadas sobre Periodismo Móvil, organizadas por la UOC, la Agencia EFE y Vueling. También es directora de la Especialización de violencia machista y medios de comunicación de la UOC.

Además de su tarea docente, participa regularmente en medios de comunicación como La Hora de La 1 (TVE), y escribe en los diarios El Periódico y Público. Su compromiso con el feminismo y la lucha contra la violencia de género desde la comunicación han sido reconocidos con varios premios, entre los que destacan la Mención Especial de Medios de Comunicación del IDHC, el premio Emilio Castelar, la Cruz del Mérito de la Guardia Civil o el reconocimiento del Ministerio de Igualdad por su labor, en el ámbito de la comunicación, en pro de la erradicación de la violencia contra las mujeres, que ha sido especialmente destacada durante este año.

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra Las Mujeres entrevistamos a Ana Bernal-Triviño, experta en comunicación de violencia de género y voz fundamental para analizar el rol del periodismo en materia de violencia machista, el impacto y las consecuencias de la desinformación en este ámbito, y también para reflexionar sobre cómo avanzar hacia un periodismo basado en los derechos humanos.

Has intervenido, en calidad de experta en violencia de género, en medios de comunicación en relación con casos como los de Juana Rivas o Rocío Carrasco. Este último, además de reciente, ha sido el más mediático y con el que has recibido críticas y alabanzas por tu participación en el documental. ¿Qué reflexión extraes, meses después, del impacto que ha tenido el documental Rocío, contar la verdad para seguir viva en materia de concienciación sobre violencia machista? ¿Qué ha cambiado en nuestra sociedad desde el 25N de 2020 hasta el 25N de 2021?

Ana Bernal-Triviño (A.B): Saco, principalmente, dos conclusiones. La primera es una certeza que se ha confirmado: la sociedad no sabe prácticamente nada sobre violencia de género. La realidad es que, socialmente, no se conoce el impacto y la trascendencia del ciclo de la violencia y sus implicaciones, ni cómo se manejan.

Por otro lado, no ha cambiado nada. El sistema ha hecho lo que hace siempre que una mujer alza la voz y se queja: no modificar nada. El caso de Rocío Carrasco no se ha abierto. Si a ella le va mal, imaginad cómo le va a ir al resto de mujeres que no han tenido ningún altavoz ni son una figura pública.

El único cambio que se ha producido es que las víctimas han puesto nombre a situaciones que vivían y no reconocían. Hemos contribuido a salvar a mujeres que han dado el paso tras escuchar el testimonio de Rocío.

Estamos faltos de memoria histórica feminista: hay que leer a las feministas que marcaron nuestro camino.

«La televisión llega donde no llegan las conferencias, ni las redes sociales, ni los libros», escribías en un artículo en Público. ¿Dirías que los medios de comunicación de masas son las herramientas más efectivas para luchar contra la violencia machista y sensibilizar a la población?

A.B: Las conferencias sobre feminismo y violencia de género son necesarias porque son espacios de reflexión donde detectar fortalezas y errores del sistema, marcar rutas hacia donde ir…, pero lo cierto es que las mujeres maltratadas no asisten a esas conferencias. Eso ocurre después, cuando se han salvado y ven que el feminismo las ha ayudado a salir de la espiral de violencia.

A las conferencias asistimos personas ya sensibilizadas con el tema. Hay una gran parte de la población que se queda al margen. Ese es uno de los motivos por los que asistí al programa sobre Rocío, porque era un público al que no se estaba llegando y podíamos utilizar el escaparate del prime time. No haberlo aprovechado hubiese sido imperdonable.

¿Cuál es tu diagnóstico actual sobre el papel de los medios de comunicación en la lucha contra la violencia machista? ¿Qué ha aprendido el periodismo y qué nos falta por aprender al comunicar sobre violencia machista?

Mdios de comunicación
Imagen de Matt Chesin – Unsplash

A.B: El periodismo también ha aprendido a poner nombre a algunas realidades, o al menos se ha reflexionado sobre la violencia de género y sus variables, gracias al documental sobre Rocío Carrasco. Han puesto nombre a realidades como la luz de gas o la violencia vicaria.

Pero el periodismo tiene que ponerse las pilas: no solo con el hecho de no revictimizar a las víctimas, sino también para revisar la tendencia a las declaraciones, a menudo impulsadas por ciertos partidos políticos, en los que se cuelan bulos machistas que lo único que hacen es deslegitimar el feminismo como defensa de los derechos humanos de las mujeres. Son bulos que acaban restando apoyo social a las víctimas.

Un reciente estudio afirma que uno de cada cinco jóvenes (de 15 a 29 años) en España cree que la violencia machista es un invento ideológico. Hace pocos días exponías estos datos en un artículo en El Periódico. ¿Por qué se tiene esta percepción? ¿Cómo afecta la desinformación al feminismo, sobre todo en las generaciones más jóvenes?

A.B: El propio estudio indica que ese porcentaje de jóvenes no existía hace cuatro años. Hay una relación entre la llegada de partidos de extrema derecha al Congreso de los Diputados o a los parlamentos autonómicos y el movimiento negacionista de la violencia de género. De hecho, el propio informe señala esta relación y advierte de ella.

Pero hay que ir más allá y hacer la siguiente reflexión: ¿de quién están aprendiendo los jóvenes? De los adultos. Nos llevamos las manos a la cabeza cuando vemos este tipo de opiniones por parte de los jóvenes; sin embargo, lo cierto es que los adultos hemos creado una sociedad machista que lleva a pensamientos negacionistas.

Por otro lado, hay que tener en cuenta cómo se informan los jóvenes. Los medios de comunicación tradicionales no llegan a los jóvenes, para quienes los medios de comunicación son las redes sociales. Y, dentro de las redes, hay personas que son influencers o tik-tokers con mensajes machistas y misóginos que utilizan narrativas y puestas en escena que captan su atención.

Llevas muchos años desempeñando tu labor como periodista y experta en feminismo y violencia machista. Has escrito libros sobre cómo avanzar hacia una comunicación feminista y cómo luchar contra la desinformación. Defiendes un periodismo que tenga los derechos humanos como guía. ¿Aún estamos lejos de este periodismo? ¿Qué líneas rojas no deberían pasar nunca los medios y los periodistas?

A.B: Al periodismo le queda un largo recorrido, principalmente porque los periodistas no son entes aislados de la sociedad y vivimos en una sociedad machista. España tiene una de las leyes más avanzadas en esta materia, pero una cosa es la teoría y otra es la práctica.

Manifestación feminista
Imagen de Lindsey LaMont Unsplash

En los medios de comunicación se habla poco de lo que constituye la violencia estructural y la violencia institucional, que al final son las que frenan los derechos de estas mujeres. Un ejemplo evidente son los casos de violencia vicaria. Hay medios que no eligen de forma correcta las fuentes, y eso es pernicioso.

Estamos cansadas de que en tertulias, cualquier persona de la mesa pueda hablar sobre feminismo (cuando no dominan el tema) y, sin embargo, las feministas no podamos ocupar un espacio en mesas sobre política. Se nos considera una información menor.

Nos hemos acostumbrado a que se acuda a especialistas en ámbitos como el deporte, el cine, etc. No obstante, todo el mundo puede opinar sobre la violencia de género, aunque no sean expertos. De ahí que no se elijan bien las fuentes, ni a los especialistas como fuentes informativas, y sí a personas sin formación en perspectiva de género y que solo profundizan en una mala praxis.

El periodismo también es ética. Existe un código deontológico que hay que cumplir. De ningún modo señalar esos casos es censura: es velar por el buen periodismo. Lo contrario se carga la profesión y la aleja de sus principios democráticos. Al final, el periodismo es garantizar derechos.

En los medios de comunicación se habla poco de lo que constituye la violencia estructural y la violencia institucional, que son las que frenan los derechos de las mujeres.

Para terminar, un par de preguntas que también puedan inspirar a los estudiantes del máster universitario de Periodismo y Comunicación Digital: Datos y Nuevas Narrativas de la UOC, del cual eres profesora: ¿cuáles son tus referentes en el ámbito del periodismo? ¿Qué libros recomiendas a los estudiantes para encarar la profesión con perspectiva de género?

A.B: Más que recomendar, me gusta animar a hacer lo que yo hacía: ir a la biblioteca y descubrir en función de mis intereses. Es cierto que en España hay muchísimos profesionales que ejercen un periodismo basado en los derechos humanos y de los cuales podemos aprender: Olga Rodríguez, Rosa María Calaf, Xavier Aldekoa

Estamos faltos de memoria histórica feminista: hay que leer a las feministas que marcaron nuestro camino. Si no sabemos de dónde venimos, no sabremos dónde vamos. Hay que leer a Gerda Lerner en La creación del patriarcado, un libro breve y sólido sobre qué es el patriarcado, cómo se articula y cómo las mujeres son sometidas por la otra mitad de la humanidad y con qué condicionantes. Abre la mente sobre la violencia estructural, que no llega a verse pero que, sin embargo, lo sigue atando todo.

Ana Bernal-Triviño ha publicado tres libros centrados en comunicación y feminismo: Hacia una comunicación feminista (Editorial UOC), No manipuléis el feminismo (Espasa) y el reciente Las mujeres de Federico (Lunwerg), libro con el que reivindica la memoria histórica feminista dando voz a los personajes femeninos de la obra de Federico García Lorca, con ilustraciones de Lady Desidia.

Libros publicados por Ana Bernal-Triviño
Libros de Ana Bernal-Triviño

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