Conectar o poder desconectar

10 mayo, 2019
En un mundo hiperconectado, ¿quién puede permitirse la desconexión? ¿Cómo vivir sin redes sociales?   

La presencia de las redes sociales en nuestra vida diaria está más que normalizada. Para la mayoría, es casi imposible concebir la forma de socializarnos, informarnos o trabajar sin ellas.

Desde su irrupción, éstas han ido imponiendo unas normas de funcionamiento en las que el usuario, consciente de haber renunciado a su privacidad, cada vez tiene menos poder de decisión y elección sobre aquello que aparece en su feed, timeline o canal de noticias. Ahora hay un algoritmo que, tras cruzar miles de datos (perfiles, likes y shares), decide qué contenido debe aparecer en cada red social.

Hay quien está cómodo dentro de su burbuja algorítmica donde, curiosamente, todos sus contactos comparten contenido afín. Hay quien es consciente del grado de irrealidad que conlleva vivir e informarse dentro de una burbuja hecha a medida. Hay quien lucha contra el algoritmo que todo lo ordena, pero no olvidemos que hay alguien que programa este algoritmo. Ante este escenario hiperconectado, hay también quien decide dar un paso y desconectarse de las redes sociales.

Abandonar el mundo online para reconectar con la realidad

El mismo mes en que Facebook ha publicado la integración de Instagram, Messenger y Whattsapp, hemos conocido el cierre de los perfiles en redes sociales de la empresa Lush UK.

Mediante un comunicado en sus redes sociales, la empresa de cosmética natural ha anunciado su adiós definitivo a las redes sociales. Sus razones parecen coherentes para una empresa que desde 1995 ha estado comprometida con el medio ambiente, con la no experimentación animal y ha rechazado el uso del plástico. Así lo explican: “Estamos hartos de luchar contra algoritmos y no queremos pagar para aparecer en el feed de noticias. Así que decidimos que es hora de despedirnos de algunas de nuestras redes sociales y abrir la conversación entre ustedes y nosotros en su lugar (…) Queremos que lo social sea más sobre las pasiones y menos sobre los me gusta”.

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Seguramente la decisión de Lush UK parezca de lo más lógica para al filósofo alemán Markus Gabriel, que acaba de publicar el libro El sentido del pensamiento (Editorial Pasado y Presente), donde alerta de una grave crisis de representación donde la sociedad lo pone todo en duda: las noticias (fake news), la veracidad del discurso político, y en general, de todo lo que nos rodea. Esto supone una paradoja: tenemos al alcance más conocimientos que nunca, pero nunca nos hemos sentido que conocemos menos. Así, estamos ante una crisis que tiene que ver con una realidad en la que, según el filósofo, no somos más que proletarios digitales. En una entrevista en El País afirmaba: “Todos trabajamos para Facebook o para Google. Cuando usas el buscador, generas un rastro, produces algo y eso es trabajo. Y luego sus algoritmos, producidos por humanos, se utilizan para anticipar tu comportamiento y el de los demás, para ganar dinero con tu trabajo. Es lo que llamo el proletariado digital”.

La reflexión de Markus Gabriel y la decisión de Lush UK no son casos aislados del escepticismo y rechazo de las redes sociales tal y como las conocemos hoy. Un artículo en The Guardian pone el foco en la creciente desafección de algunos jóvenes a las redes sociales a raíz de los datos de una encuesta del 2017 de Ampere Analysis a escolares británicos que recogía un dato rotundo: el 63% de los escolares encuestados estaría contento si nunca se hubieran inventado las redes sociales. Paradójicamente, a medida que los jóvenes rechazan cada vez más las redes sociales, las generaciones mayores lo aceptan cada vez más.

A estos datos se suman los de otra encuesta de Hill Holiday de 2017 indica que uno de cada tres jóvenes ha borrado definitivamente su cuenta de las redes sociales, mientras que un 64% ha decidido tomarse un respiro de alguna plataforma digital.

Una mayoría conectada

Infografía sobre el perfil de usuario de Twitter.

Aunque no debemos perder de vista estas primeras iniciativas pioneras en cuestionar y abandonar las redes sociales, la realidad es que aún vivimos en una sociedad conectada. Actualmente, la cifra de españoles con línea móvil alcanza los 54 millones, según el estudio We are Social.

Este 2019 hemos conocido las últimas tendencias en redes sociales por parte del V Informe del uso de las redes sociales en España. Un año marcado por el liderazgo de Instagram, con un crecimiento de 2 millones de personas. Por su lado, Twitter no varía en número de usuarios respecto 2018 y Facebook intenta recuperarse de la caída de usuarios en 2018 aunque es consciente que sus usuarios son cada vez más mayores.

Cada red social responde a un perfil, un tipo de contenido y necesidades distintas. A raíz del pasado Día del Tuitero, recuperamos las reflexiones sobre la red social Twitter por parte de Silvia Martínez, directora del Máster en Social Media: Gestión y Estrategia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC): “La influencia de Twitter, por ejemplo, va más allá de la plataforma; consigue rápidamente, primero, situar un tema nuevo y dar a conocer una novedad, llegar a mucha gente y, en algunos casos, llevarla a la esfera pública”.

El perfil del tuitero UOC

El estudio We are Social de 2019, a día de hoy en España hay 6 millones de usuarios de Twitter de los que 64% son hombres y 36% mujeres.

“El perfil mayoritario del usuario de Twitter en España se corresponde con el de un adulto joven, por encima de los 24 años. Hay también una elevada presencia de usuarios con estudios superiores y un alto nivel adquisitivo”, detalla Martínez.

Conscientes o no de ello, los usuarios, pero también las marcas que quieren llegar a usuarios, configuran un proletariado digital cada vez más maleable, predecible y controlable.

Ante esta realidad, y ante la corriente contraria a la dictadura del algoritmo, ¿podríamos estar a las puertas de un cambio de paradigma digital? Según apunta Markus Gabriel: “Hace falta una revolución digital como fue la Revolución Francesa. Hay que destronarles por la vía democrática. Necesitan sanciones reales, probablemente incluso deberían acabar en la cárcel. Silicon Valley y las redes sociales son grandes criminales. Están ahí para explotarte, para hacerte adicto, como ya han estudiado los neurocientíficos.»

Estar o no conectado, aceptar o no la tiranía del algoritmo: ésa será la cuestión. 

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